PERO, ¿QUÉ ES LA TRUFA?
Se trata de un hongo comestible que crece bajo tierra. Dentro de este tipo de hongos hay muchas variedades y reciben el nombre de trufas. Nosotros solo cultivamos la variedad Tuber melanosporum, que presenta un aroma y sabor muy preciados en gastronomía y que convierten a la trufa negra en uno de los ingredientes más cotizados en la cocina.
¿CÓMO SE CULTIVA?
Estas trufas no pueden vivir por sí solas, necesitan coexistir con una planta. A esta asociación entre hongo y vegetal se la conoce como simbiosis. De esta relación ambas salen beneficiadas: el hongo obtiene la clorofila que necesita de la planta y el árbol al que se asocia, obtiene mayor cantidad de nutrientes del suelo a través de hongo. Pero no todas los árboles son capaces de establecer esta relación con la trufa, las encinas, robles, coscojas y avellanos son las variedades más utilizadas.
¿CÓMO SON CAPACES DE VIVIR JUNTAS?
Para poder tener la relación de simbiosis que hemos mencionado, estos dos organismos crean las micorrizas, que no son más que la unión de las raíces del árbol con los de hongo. De esta forma, vivirán juntos creando un beneficio mutuo.
Cuando el hongo madura, sus frutos reciben el nombre de trufa. Estas trufas maduras son de color oscuro y alcanzan toda su potencia de aroma y sabor. Es justo ahí cuando se recolectan, mediante perros entrenados que son capaces de detectarlas a través de su olor. Una vez localizadas, las extraemos manualmente una a una de la tierra.
El cultivo de la trufa requiere por tanto, de trabajo constante y dedicación. No podemos correr más de lo que la naturaleza permite, hay que tener paciencia para obtener un producto de calidad.
Tenemos nuestros propios viveros donde cuidamos y seleccionamos cuidadosamente los árboles micorrizados que se van a trasplantar al campo.
Aunque el periodo de recolección de la trufa se realizada solo durante los meses de invierno (noviembre a abril), hay trabajo que hacer durante todo el año:
CUIDADO DEL TERRENO
El suelo es un factor importante. Debe estar sano para que los árboles micorrizados crezcan fuertes.
Labrar, quitar la competencia natural de malas hierbas o podar, son tareas fundamentales para tener unos cultivos sanos.
Las obtenemos de nuestros propios viveros. Las cuidamos durante 1ó 2 años en vivero y luego las trasplantamos al campo para que sigan su desarrollo.
RECOLECCIÓN DE TRUFAS
Cada trufa madura a su ritmo y por eso, todos los días salimos con nuestros perros adiestrados, que detectan con su olfato las trufas que están en su punto óptimo.
Limpiar, clasificar y enviar trufas a nuestros clientes de forma rápida, son tareas diarias durante la época de recolección.
La trufa es un alimento perecedero que debe mantenerse a una temperatura entre 1º y 4ºC. Su aroma pierde intensidad cada día que pasa, por lo que hay que ser rápidos y eficaces a la hora de procesarla y transportarla.
Nuestro objetivo es que el cliente pueda disfrutar de un producto con la máxima frescura y pueda apreciar el aroma de la trufa en todo su esplendor.
LA TRUFICULTURA NO SOLO ES EL CULTIVO DE UN PRODUCTO GOURMET, PARA NOSOTROS ES ALGO MÁS
EVITA LA EROSIÓN
DEL SUELO
Previene el avance de la desertización.
CULTIVO DE ESPECIES AUTÓCTONAS
Ayuda a conservar la riqueza vegetal de la zona.
MEJORA LAS CARACTERÍSTICAS DEL SUELO
Mantiene el suelo sano y rico en nutrientes.
Nuestros campos se ubican en Sarrión y otras localidades de la comarca Gúdar-Javalambre situadas al sur de la provincia de Teruel, en una de las zonas de producción de trufa negra (Tuber melanosporum) más reconocidas e importantes a nivel mundial.
Los inicios de esta tradición familiar se remontan a nuestro abuelo paterno. Él fue el primero, junto a unos pocos de la zona, en aprender a recolectar las trufas silvestres y transmitió todo su conocimiento a sus hijos. Durante varias décadas la familia se dedicó a recolectar trufas silvestres en las Sierras de Javalambre, Albarracín y en la zona este de Cuenca.
Hace más de 30 años que nuestra familia empezó a trabajar en la creación de nuestro propio cultivo de trufa negra, a partir de plantas micorrizadas, realizadas por nosotros mismos. Los inicios fueron duros y muy poca gente tenía fe en ellos. Cuando nos iniciamos en el cultivo de la trufa, todavía no se conocía bien el procedimiento y dejar de sembrar el cereal para plantar encinas, que crecen silvestres, era visto como cosa de locos. Aún así, decidimos apostar por nuestra pasión y por lo que habíamos aprendido de nuestro abuelo. Era una inversión a muy largo plazo, que requería de mucho esfuerzo, constancia y donde la incertidumbre y por lo tanto el riesgo, eran altos.
Afortunadamente el duro trabajo dió sus frutos y ahora contamos con experiencia y una plantación que sigue creciendo y produciendo un producto de gran calidad.
Gracias a todo el equipo que forma parte de Trufalia se hace posible obtener un producto del que estamos muy orgullosos.